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sábado, 22 de diciembre de 2012

El Perdón




Sólo existe una forma de pedir perdón

Dicen que en la forma de pedir está el dar  y yo creo que en la forma de pedir perdón está el perdonar.
Porque sólo existe una forma de pedir perdón y es con el corazón, desde abajo, con humildad, con verdadero arrepentimiento. Cuando se pide perdón así, definitivamente nobleza obliga y ello lleva forzosamente a la magia del perdón.
Me he dado cuenta que a veces perdonar simplemente fluye y se hace la magia cuando se reúnen la humildad y el arrepentimiento desde el fondo del corazón del que lo pide, junto con el ingrediente de la grandeza de la persona que perdona, que lleva imbuido el factor de la empatía, la comprensión y la caridad; cuando todo esto ocurre, es realmente mágico y deriva en un acercamiento de las almas aún mayor del que había antes de que ocurriese todo el proceso de la herida, la curación y la cicatrización de la misma.
El problema es cuando se pide perdón por el mero trámite de pedirlo, por cubrir un requisito; aquí es donde se complican las cosas, porque es difícil para el que pide perdón sin realmente sentirlo, pero aún más para aquel que resultó ofendido, porque en todo ello falta el ingrediente esencial que nace del sentir. Yo diría que pedir perdón sin sentirlo, por el mero trámite de pedirlo, definitivamente es un sinsentido.
Pero aún peor es, cuando se pide perdón por obligación; cuando además de no tener esa convicción ni sentir esa necesidad de pedir perdón, se tiene que hacer por obligación o por conveniencia, porque la situación o las circunstancias así lo exigen y la persona que lo hace no considera en el interior que necesite hacerlo. En éste caso, seguramente, el proceso de disculparse y conceder esa disculpa se convierten en un formalismo que distorsiona por completo la magia del perdón.
Es por ello que la magia del perdón, en mi concepto, sólo tiene una forma y esa es la del sentir,  la que se hace de alma a alma, de corazón a corazón y cuando se da, es realmente bello, es algo mágico y que tiene el poder de sanar cualquier herida.
Lo paradójico de todo esto, es que, por bellos que sean el proceso y la magia del perdón desde el corazón,  el verdadero beneficio del perdón estriba en no guardar rencor, en descargar cualquier peso que se cargue por este concepto.
Esto nos lleva a que, independientemente que la persona que nos ofende, nos pida perdón  o no y lo haga desde el corazón, la verdadera forma de vivir… De vivir en el amor, es cuando tenemos la convicción de que ¡no tenemos nada que perdonar!
Cordialmente, 
Andres Guzmán 
«   Que cierto es esto, pero como humanos tendemos a equivocarnos, pero no quiere decir que nuestro comportamiento o acciones nos condenen.



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